Explorando el más allá (parte 3)


La herencia de otra vida

Nacemos todos iguales, sin embargo a medida que vamos creciendo vemos como tenemos cierta predisposición o aversión hacia una u otra cosa.
Hay personas que aprenden idiomas con facilidad, otros sienten apego por la música, a veces la afinidad no se manifiesta como un talento sino como un deseo, por ejemplo el de viajar a cierto lugar o el de conocer alguna cultura en particular ¿A que se debe? La respuesta a esa pregunta, muy probablemente se encuentra en una vida anterior.
Las almas no olvidan lo aprendido ni lo vivido, su naturaleza es adquirir experiencias. Pero al encarnar nuevamente, en una nueva existencia, todo lo recordado le es vedado en su nueva vida.
El por que ocurre esto es largo de analizar pero se puede resumir en que es para evitar la interferencia de la nueva vida que comienza con los restos de su pasado y esto incluye a las personas que fueron conocidas en su vida anterior y que aún siguen con vida.
Al olvidarlo todo al nacer, el alma es capaz de aprender cosas nuevas, vivir la vida desde otro aspecto y adquirir experiencias con una pureza tal que de otro modo sería imposible.

Sin embargo esto no siempre es así y a veces falla dramáticamente. Entonces es cuando aparecen casos de niños que recuerdan cosas que no deberían, hablan de personas que nunca conocieron y de lugares donde jamás estuvieron...
Es en estos casos donde queda una prueba tangible e irrefutable de la existencia tanto del alma como de la reencarnación.
Casos así hay muchos, han estado presentes a lo largo de toda la historia y no conocen de límites fronterizos ni culturales.

El increíble caso de James Leininger, el niño que aseguró haber sido piloto en la II Guerra Mundial
Uno de los casos más increíbles relativos a este fenómeno fue el de James Leininger, un pequeño niño que aseguraba que en una vida pasada había sido James Huston, un piloto de caza norteamericano de 21 años que desapareció en acción en 1945, durante un combate en el Pacífico contra los japoneses, en plena Segunda Guerra Mundial.
Esta insólita historia comenzó cuando el pequeño James Leininger tenía dos años, edad en que según relataron sus padres, Andrea y Bruce, comenzó a sufrir de recurrentes pesadillas. Andrea Leininger relató que “yo lo despertaba mientras gritaba. Cuando le preguntaba qué era lo que estaba soñando, me respondía que “un avión en llamas se había estrellado”, y que “un pequeño hombre no podía salir”. Mi madre fue la primera en sugerirme que James estaba recordando tal vez una vida anterior. Al principio dudé bastante, pero con el paso del tiempo empecé a cuestionármelo seriamente. En una ocasión le compré a James un avión de juguete, y le enseñé lo que parecía ser una bomba en su parte inferior. James de inmediato me corrigió y me dijo que eso no era una bomba, sino que era un depósito de caída. Yo nunca había oído hablar de un depósito de caída, no tenía idea qué cosa era. Así que le pregunté en qué tipo de avión volaba en sus sueños, y él me dijo que era un avión “Corsair”, nombre que también me resultó extraño. Por lo demás, a los tres años de edad James comenzó a dibujar, con detalle preciso, el mar y batallas aéreas con los detalles correspondientes a las aeronaves utilizadas durante la Segunda Guerra Mundial y a los cuatro años construyó su propia cabina de avión”.
Cuando las recurrentes pesadillas de James empeoraron, la abuela del niño sugirió que consultaran el trabajo de Carol Bowman, una terapeuta que afirmaba que los muertos, a veces, podían renacer en otro cuerpo. Con la guía de Bowman (quien afirmaba que “los niños no han tenido el condicionamiento cultural y la estratificación sobre la experiencia en esta vida, por lo que sus recuerdos pueden filtrarse con mayor facilidad. Para ellos, especialmente cuando tienen muy corta edad, las vidas anteriores son más fáciles de recordar”), Andrea y su marido comenzaron a alentar a James a que compartiera sus recuerdos. La terapia hizo efecto de inmediato, pues las pesadillas no sólo comenzaron a volverse menos frecuentes, sino que también el niño comenzó a revelar detalles extraordinarios sobre su anterior vida como un ex-piloto de combate.
Lo primero que dijo James fue que su avión era un “Corsair” y que había sido alcanzado por los japoneses y que se estrelló. Además, reveló que el nombre del barco del que despegó era “Natoma” y que uno de sus compañeros se llamaba “Jack Larson”. Después de algunas investigaciones, Bruce Leininger quedó estupefacto. Descubrió que los nombres que había pronunciado su hijo eran totalmente reales, pues el “Natoma Bay” había sido un pequeño portaaviones que combatió en el Océano Pacífico en la Segunda Guerra Mundial y Jack Larson era el nombre de un ex piloto de combate que había servido en esa embarcación y que aún vivía en Arkansas.
Decidido a llegar hasta el final del caso, Bruce Leininger visitó a Larson en Arkansas, en septiembre de 2002, y le preguntó acerca del fallecido piloto James Huston. Larson le respondió que Huston había sido miembro de su escuadrón de combate VC-81 y que no podía recordar lo que había pasado exactamente con él, pero estaba seguro de que su avión había sido alcanzado por el fuego anti-aéreo japonés el 3 de marzo de 1945, cuando Huston no regresó de su misión y fue declarado desaparecido en combate.
Para terminar de completar el rompecabezas, Bruce Leininger también localizó en febrero del 2003 a Anne Huston Barron, hermana del fallecido James Huston, quien vivía en la localidad de Los Gatos, California. La señora Huston, luego de varias conversaciones telefónicas, le envió a la familia Leininger varias fotos de su hermano durante el servicio militar. En una de ellas el joven James Huston aparecía de pie delante de un avión de combate “Corsair”, el mismo tipo de avión de combate que el pequeño James Leininger había mencionado.
Sólo en ese momento Bruce Leininger se decidió a revelarle a la hermana del piloto fallecido la increíble historia de su hijo y la teoría de que el espíritu de James Huston quizás podía formar parte de su hijo James. La señora Anne Huston Barron, más tarde, le envió a la familia Leininger una carta junto con varios de los efectos personales del fallecido James Huston. La misiva, por cierto, decía en su parte medular que la mujer creía en la historia del niño. “Este niño no podía saber tantas cosas relativas a Jimmy – simplemente no podría –, por lo que creo que de alguna manera este pequeño niño es parte de mi hermano” –escribió la señora Huston Barron- “Todo sucedió hace muchos años y desconozco cómo opera este fenómeno, pero debe haber alguna razón para que haya sucedido así”.
Convencido definitivamente que su pequeño hijo había dicho toda la verdad sobre su supuesta vida pasada como piloto de combate, Bruce Leininger comenzó a prestar más atención sobre los juegos infantiles de éste por si salían a la luz nuevos antecedentes. En una oportunidad se percató que James tenía tres muñecos GI Joe a los que llamaba “Leon”, “Walter” y “Billie”, y tras investigar en los registros de la Flota del Pacífico de EE.UU., descubrió que los nombres no habían salido de la imaginación del niño y, menos aún, habían sido puestos al azar. El teniente Leon Stevens Conner, el alférez Walter John Devlin y el recluta Billie Rufus habían sido miembros del escuadrón VC-81 de aire –y, por ende, habían sido compañeros de James Huston- y se encontraban entre las 21 víctimas mortales del portaaviones Natoma Bay. Cuando Bruce Leininger le preguntó a su hijo por qué llamaba a sus muñecos de esa manera, James le respondió: “Porque ellos me saludaron cuando fui al cielo”.
Esta historia, por cierto, no finalizó allí. Años más tarde, cuando James Leininger ya estaba convertido en un adolescente, asistió a una reunión con amigos y familiares del fallecido piloto. Todos ellos, después de hablar con el muchacho, lo reconocieron como James M. Huston Jr., piloto de caza de la Segunda Guerra Mundial.
El caso de James Leininger ha adquirido tal transcendencia que no solo se han escrito libros e innumerables artículos al respecto sino que James y su familia han sido entrevistados por prestigiosas cadenas televisivas como Fox.

Comentarios